Ciudad Difusa

Soy un perirubanita. Cuando nací, el pueblo de donde es toda mi familia, estaba en el proceso de convertirse en parte de la zona metropolitana del valle de méxico, como con otros tantos pueblos ha pasado. A pesar de vivir en una zona cercana al campo y a campesinos, estos eran cada vez menos; la urbanización se estaba encargando de deshacer un paisaje viejo, polvoriento y asoleado para cambiarlo por un modelo de nuevas formas de vida, que dibujan un nuevo paisaje, difuso, desgarrado, que es lo que llaman moderno, pero igual de polvoriento que el anterior.
Ese campo, por lo tanto, me es ajeno y sólo es mío en los relatos de mis padres y de mis abuelos, en un pasado nostálgico siempre idealizado, en el que mis antepasados forman parte heroica de la historia del país, sobre todo de esa gran epopeya (revuelta) de campesinos que fue la revolución mexicana, luchando en las bolas que seguían a Zapata o Villa, y participando de la reforma agraria que les daba en propiedad la tierra que antes trabajaban para el hacendado del lugar, del cacique de la región. Aunque sé que en el fondo se sienten satisfechos de que ese pasado ya no puede volver a ellos. No los juzgo por ello. Mi abuela recuerda que los meses de hambre eran junio y agosto, en los cuales la cosecha del año anterior estaba por acabarse y la nueva aún no estaba madura como para comerse. Yo no sé que es el hambre. Los nahuas decían (y dicen) que no se puede conocer la verdad si no se conoce el hambre. Yo crecí en una zona rural pero con muchas de las comodidades de quien vive en la ciudad. A diferencia de muchos urbanitas o habitantes de la ciudad central, yo no tuve que abandonar el terruño de origen para disponer de las ventajas de la vida moderna, ellas llegaron a nosotros como si hubieran llegado por su propio pie.
Estoy fuera de la ciudad pero también fuera del campo. Esa vieja dicotomía ya no existe, ya no dice nada. El mundo moderno la ha anulado. No hay campo ya, hay ciudad en el campo y una nueva forma de ciudad construyéndose de esa forma. Una ciudad abierta, desgarrada, fragmentada, enorme, creciendo hacia todos lados. Una ciudad difusa.

remanente agrícola en la periferia de la ciudad, paisajes que se desvanecen de la cuenca de México.
Vista de lo que fuera el lago de texcoco y ahora es una estepa con vegetación baja.


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