Entrada Bizantina

El imperio que ahora denominamos como Bizantino, el imperio Romano de Oriente, jamás uso para sí ese término como apelativo, para sus habitantes ellos nunca dejaron de ser Romanos, aún después de adoptar el griego como idioma oficial. El termino Bizantino fue usado por un historiador alemán del siglo XVI para diferenciarlo de los periodos clásicos de grecia y roma. Pero la mayoría de los prejuicios, con los que se ha cargado a la palabra bizantino, se acumularían y resplandecerían con todo su patético brillo en muchas obras decimonónicas, principalmente de aquellos autores que pertenecen a aquellas naciones que nunca aceptarán al Imperio con capital en Constantinopla (llamada por sus habitantes como Nueva Roma) como el “legítimo” heredero de la Roma clásica. Precisamente aquellas naciones que descienden de los bárbaros que en su admiración por Roma y deseos de ser Romanizados destruyeron la fracción occidental del imperio. Así pues, en las obras de sus intelectuales se encargaron de borrar, vituperear y calumniar la herencia del Basileía Romaíon (como se nombraba así mismo el imperio romano oriental) resaltando para la posteridad sus vicios y defectos, llegando al extremo de que la palabra “bizantino”, se use para adjetivar aquellas acciones rebuscadas, complejas, que hacen referencia a las historias de intrigas alrededor del trono bizantino o alrededor de las discusiones teológicas de la iglesia ortodoxa, que a nuestros ojos, o los de alguien más, pueden parecer intrascendentes… ¡Cómo sí las intrigas y vicios intrascendentes de la historia política, teológica, etcétera, le fueran ajenas a occidente! Basta revisar cualquier periodo histórico (e histérico) de la llamada Europa Occidental, para comprobar que heredaron mas cosas del Basileía Romaíon, de lo que están dispuestos a aceptar.

Ante el uso del término Bizantino, asistimos a un uso publicitario y propagandístico de autoafirmación cultural, algo que Europa sabe hacer muy bien… lo aprendió de los mejores… de sus padres Romanos, occidentales y desde luego… Orientales.

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