No hagas cosas buenas que te sacarán los ojos. Tercera Parte. Utopías.

Suele decirse que al mundo post-industrial globalizado le faltan utopías. Que se han dejado de lado esos viejos mundos idealizados sobre los cuales al proyectar nuestros más "nobles" paradigmas, conseguían marcarnos un rumbo fehaciente para la civilización occidental. Algunos hablan del fracaso de las utopías, refiriéndose principalmente a las experiencias socialistas de los siglos XIX y XX, a las experiencias del socialismo utópico y al llamado socialismo científico, que no es otra cosa que una utopía teorizada de una forma más precisa y concisa a través de la economía como disciplina; algunos, como el escritor Mario Vargas Llosa, se ufanan de proclamar que estás han anulado a todas las demás, lo cual me parece del todo equivocado. No vivimos en una época en la que falten utopías o una en la que estás se hayan desgastado, ya que la tendencia a crearlas es, y seguramente será, el motor principal de la modernidad-neocolonialismo-globalización que vivimos hoy. Pensar que sólo aquellas experiencias que se centraron en buscar una más equitativa distribución de la riqueza e igualdad social son utopías es un grave error, así como también lo es el pensar que sólo los comunistas buscaban construir utopías, lo cual deja de lado y niega la existencia de lo que podemos denominar como la utopía capitalista. No creo que sea necesario comprobar la existencia de esta. Nos encontramos inmersos en su avance. Para bien y para mal ha construido y transformado muchos de sus ideales en beneficios tangibles, aunque sean para un muy minoritario yexclusivo sector de la humanidad. Tampoco se trata de hacer una vindicación de la utopía capitalista (la considero una de las utopías más torpes y miopes jamás soñadas, y peor aún, realizadas), sino de resaltar que todas las utopías hunden sus raíces en la misma tierra que la modernidad y la cultura occidental.





Algunas de mis historias favoritas sobre las Utopías, son aquellas que se construyeron en la Nueva España en el siglo XVI. Capilla abierta del templo dominico de San Pedro y San Pablo Teposcolula, Oaxaca.

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